jueves, 13 de diciembre de 2012

La Meditación puede hacer mejores atletas

Si formamos medios atletas, obtendremos mediocres resultados 

Los nervios al afrontar un reto siempre son producto del miedo a perder o a ganar. Este miedo a veces inmoviliza porque se olvida la razón de fondo que nos ha llevado a la palestra. Si sólo perseguimos un resultado, olvidaremos por qué practicamos el deporte, entonces tendremos miedo y perderemos siempre. Esto ocurre al perder nuestra naturaleza esencial.


En los últimos Juegos Olímpicos de Londres 2012, un atleta perdió el sillín de su bicicleta en la mitad de la carrera, otro se quejó de su mala suerte al tropezar, otro dijo que no se encontraba bien para justificar su mala actuación. No mienten, pero hay una causa de fondo común a todos ellos: un espíritu débil. No se trata de perseguir un resultado exterior mediante una pelota, un arco, unas pesas o nuestro propio cuerpo, sino únicamente en realizar algo por sí mismo. 

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El Deporte no sirve si para progresar en él sólo se entrena para ser fuerte. Entonces, ¿cómo ser el más fuerte? ¿cómo ser el más poderoso? ¿cómo aclarar el propio espíritu, cómo guiar la propia conducta, cómo llegar a ser sabio? ¿por qué medio se puede devenir fuerte y sabio a la vez?

No todo se reduce al aprendizaje y perfeccionamiento de una técnica, y menos aún en una competición deportiva. No debemos depender de la técnica. Hay que crear: estar concentrados e intuir. Esto quiere decir que, junto con la técnica, está el espíritu del deportista.

Esto es lo que trata la Meditación. Enseña las dos vías, fuerza y sabiduría, en una de sola: un entrenamiento a sentarse en una postura adecuada, un entrenamiento a caminar, a mantenerse de pie, a respirar correctamente, a una actitud mental más allá del pensamiento. La Meditación es la educación profunda y original de la persona: hay que comprender la naturaleza del propio espíritu y del propio Yo. Se trata de encontrar la paz y el dominio de uno mismo. Cuanto más fuerte sea el espíritu, más fuerte será la técnica.

Como dirigir el espíritu? Eso surge de la Meditación y no de la técnica. La verdadera técnica del espíritu es la sustancia del espíritu. No hay que reflejar al adversario, sino que debemos dirigir nuestro espíritu. No hay adversario. Si se imita, se cae en el error. Hay que crear por uno mismo.

Esto quiere decir, en definitiva, fusionar los dos mundos, el del espíritu y el del cuerpo. El interior y el exterior. No hay que elegir. Todo forma una unidad, y es mediante la Meditación que se unifican esos mundos al apaciguar los sentimientos, aceptar tranquilamente lo inevitable, y dominarse uno mismo ante cualquier situación: la intuición, la sabiduría y la acción técnica deben surgir al mismo tiempo. 


Concentrándonos en el Ahora y Aquí a través de la Meditación, exteriorizamos la verdadera energía de nuestro cuerpo. Cuando se abre la mano se puede obtener todo. La Meditación Zen tiene en común con el deporte la creación y la concentración de la energía.

Debemos crear nuestra vida, volvernos libres, desapegados, justamente atentos a lo que sucede Ahora y Aquí: todo se encuentra aquí. Concentrarse significa la salida completa, la descarga total de la energía.

La acción debe ser hecha inconscientemente, automáticamente, naturalmente. El pensamiento no puede intervenir. La conciencia permanente actúa de manera justa a partir de lo que en Meditación se denomina el no pensamiento, la vacuidad interior. No se atrapan los pensamientos, sino que es nuestra intuición la que atrapa la oportunidad. El pensamiento no puede hacerlo, sólo la conciencia. Cuerpo y conciencia se unen: se piensa con el cuerpo entero y no sólo con el cerebro. Así es como se medita. Así es como debe actuar el atleta.

Por lo general, en los deportes modernos se entrena fundamentalmente el cuerpo, la resistencia, la técnica, y se estimula un espíritu de competición por la competición, y eso es una enfermedad del espíritu, una visión falsa de la vida. No hay sabiduría en ello. Si formamos medios atletas, obtendremos mediocres resultados.

La Meditación permite acceder a una dimensión más elevada en la práctica deportiva. Y esa dimensión se convierte en pauta de vida cotidiana y de actuación deportiva. 

En Meditación se enseña que hay que aprender a practicar sin meta ni espíritu de provecho. Es la paradoja que permite alcanzar la meta. No es estar ligados a una idea, a una categoría, a un único valor, nos abrimos a la ley de la vida, que es diversa. 

Un entrenamiento deportivo, complementado con la práctica de la Meditación Zen refuerza la energía vital del atleta, destruye su egoísmo y su miedo, le permite abandonar el espíritu dualista que lo mediatiza desarrollando la conciencia mediante la cual se olvida de sí mismo. No es necesario querer ganar, sólo entonces se puede ganar. Abandonar el ego, ese es el secreto.

Josep Manuel Campillo

Director de Training to Rise [Formar para Emerger]



"Si técnica fuerte y cuerpo fuerte luchan juntos, es la técnica la que vencerá. Si un espíritu fuerte combate a una técnica fuerte, es el espíritu quien vencerá ya que sabrá encontrar la oportunidad".

Taisen Deshimaru (“Zen y Artes Marciales, 1977)

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